13 de enero de 2011

Estilo nº9: La secuela

EL LIBRO PERDIDO
Una oscura silueta atravesó el parque. Llevaba consigo un libro de aspecto viejo. Lo depositó en un banco. La fuerza del viento hizo que se abriera y pasaran las páginas. En el momento en el que se cerró, una de ellas se quedó doblada.

Por la mañana, una joven recogió el libro. Se llamaba Carolina e iba de camino al colegio. Cuando el profesor impartía clase, el libro cayó al suelo y llamó la atención de él. Lo abrió, y para su sorpresa, las hojas estaban en blanco. Resultó que la última se encontraba doblada, con palabras sueltas sin sentido aparente.

Los alumnos se preguntaban por qué estaba vacío y cuál era el sentido de su existencia. Carolina propuso que, al no haber escritura alguna, se inventaran una historia a través de las frases de cada uno de ellos.
Al acabar las clases, y esta vez con el libro a medio escribir, Carolina vio un árbol que le resultó llamativo. Decidió situarlo a su lado.

A la mañana siguiente, el libro todavía se encontraba allí. Carolina no pudo evitar volver a cogerlo y, al abrirlo, vio que sus páginas estaban otra vez en blanco. De la sorpresa se le cayó de la manos con tan mala suerte que fue a parar a un charco de barro. Al ver lo manchado que estaba el libro, Carolina volvió a su casa e intentó limpiarlo. Empezó a frotarlo cuidadosamente con un paño y, de repente, sus páginas brillaron con una intensa luz, la habitación comenzó a dar vueltas y todo se volvió negro.

Cuando Carolina se despertó lo que vio no fue el cuarto de baño de su casa, sino un lugar extraño, pero al mismo tiempo era como si lo hubiera visto en alguna parte. Tampoco sabía como había llegado hasta allí, así que fue en busca de alguna persona que le pudiera aclarar algo de lo que le estaba ocurriendo.
Después de media hora de camino con un calor insoportable, se sentó a la sombra de un gran chopo azul y recordó como el día anterior alguien había escrito en el libro que el protagonista de la historia vivía al lado de un chopo azul. En ese momento, lo comprendió todo. Vio la casita de madera que había descrito Pablo, el lago de aguas cristalinas de Helena y el unicornio rosa de Álvaro. No se lo podía creer. Estaba en otro mundo. Estaba dentro del libro.


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