11 de diciembre de 2010

Quiéreme.

Quiéreme.

Manifiéstate de súbito.

Choquémonos, como por arte mágico
en el Bukowski,
un Miércoles.
Pidámonos disculpas. Sonriámonos.
Intentemos tirar el muro gélido
diciéndonos las cuatro cosas típicas.
Caigámonos simpáticos.
Preguntémonos cosas.
Invitémonos
a bebidas alcohólicas.
Dejémonos llevar más lejos. Déjame
que despliegue mi táctica.
Escúchame decir cosa estúpidas
y ríete. Sonríeme. Sorpréndete
valorándome como oferta sólida.
Y a partir de ahí
quiéreme.

Sin rúbrica, pero por pacto tácito
acepta ser mi víctima.
Déjame que te lleve hacia la atmósfera,
acompáñame a mi triste habitáculo.
Sentémonos, mirémonos,
relajémonos y pongamos música.
De pronto, abalancémonos
besémonos con hambre, acariciémonos,
Desnudémonos rápido
y volvámonos locos. Devorémonos
como bestias indómitas. Mostrémonos
solícitos en cada prolegómeno.
Derritámonos en abrazos cálidos
Virtámonos en húmedos océanos.
Ábrete a mí, abandónate y enséñame
el sabor de tus líquidos.
Mordámonos, toquémonos, gritémonos
permitámonos que todo sea válido
y sin parar,
follémonos.
Follémonos hasta quedar afónicos
Follémonos hasta quedar escuálidos.

Durmámonos después, así,
abrazándonos.

Y al otro día
quiéreme.

Despidámonos rígidos, y márchate
de regreso a tus límites
satisfecha del paréntesis lúbrico
pero considerándolo algo efímero
sin segundo capítulo.
Deja pasar el tiempo, mas sorpréndete
recordándome en flashes esporádicos
y sintiendo al hacerlo un sicalíptico
látigo por tus gónadas.
Descúbrete a menudo preguntándote
qué será de este crápula.
Y un día, sin siquiera proponértelo
rescata de tus dígitos mi número
llámame por teléfono
y alégrate de oírme. Retransmíteme,
ponme al día de cómo van tus crónicas
y escucha como narro mis anécdotas.
Y al final, algo tímidos, citémonos.
En cualquier cafetín de corte clásico
volvámonos a ver, sintiendo idéntico
vértigo en el estómago.

Y en ese instante
quiéreme.

Apenas pasen un par de centésimas
sintamos al unísono un relámpago
de éxtasis limpio y cándido,
y en un crescendo cinematográfico
dejémonos de artificios y máscaras.
Rindámonos a la atracción magnética
que gritan nuestros átomos
y sintámonos de placer pletóricos
por sentirla recíproca.
Unidos en un abrazo simétrico
perdámonos por esas calles lóbregas
regalándonos en cada parquímetro
con besos mayestáticos
que causen graves choques de automóviles
y estropéen los semáforos.

Y para siempre
quiéreme.

Dejemos que se haga fuerte el vínculo,
unamos nuestro caminar errático,
declarémonos cómplices,
descubramos restaurantes asiáticos,
compartamos películas,
contemplemos bucólicos crepúsculos,
charlemos de poética y política
y celebremos nuestras onomásticas
regalándonos fruslerías simbólicas
en veladas románticas.

Y entre una y otra
quiéreme.

Dejemos de quedar con el grupúsculo
de amigos. Que los follen por la próstata.
Pues si ponemos el asunto en diáfano
solo eran una pandilla de imbéciles.
Cerrémonos, y en un afán orgiástico
con afición sigamos explorándonos
buscando como ávidos heroinómanos
el subidón de aquel polvo iniciático.

Y aunque no lo logremos. Da igual.
Quiéreme.

Para evitar que nuestra vida íntima
se corrompa con óxido
busquémonos alternativas lúdicas
apuntémonos a clases de kárate
o de danzas vernáculas
juntémonos en cursos gastronómicos.
Presentémonos
a nuestros mutuos próceres
anteriores del árbol genalógico
y a lo largo del cónclave
sintámonos con ellos algo incómodos
mas felices de haber pasado el trámite.

Y quiéreme después. 

Sigue queriéndome,
continuando con el proceso lógico
juntemos nuestras vidas en un sólido
matrimonio eclesiástico,
casémonos a la manera clásica,
hagamos un bodorrio pantagruélico,
y cual pájaros de temporada en éxodo
vayámonos de viaje hacia los trópicos
y bailemos el sóngoro cosóngoro
mientras bebemos cócteles exóticos.


Y al regresar, sentemos nuestros cráneos.
Comprémonos un piso. Hipotequémonos
Llenémoslo con electrodomésticos
y aparatos eléctricos,
y paguemos en precio de las dádivas
regalándole nueve horas periódicas
a trabajos insípidos
que permitan llenar el frigorífico.

Y mientras todo ocurre, solo
quiéreme,

del fondo de tu útero
saquemos unos cuantos hijos pálidos,
bauticémoslos con nombres de apóstoles,
llenémoslos de amor y contagiémoslos
con nuestra lóbrega tristeza crónica.
Apuntémoslos a clases de música
de mímica y de álgebra,
y démosles zapatos ortopédicos,
aparatos dentales costosísimos,
fórmulas matemáticas
y complejos edípicos
que llenen el diván de los psicólogos.


Releguemos nuestro ritual erótico
a la noches del sábado
cuando ellos salgan véstidos de góticos
a ponerse pletóricos
ciegos de barbitúricos.
Paguémosles las tasas académicas
a los viajes a Ámsterdam.
Dejemos que presenten a sus cónyuges
y al final, entreguémoslos
para que los devoren las mandíbulas
de este mundo famélico.

Y ya sin ellos
quiéreme

a lo largo de apuros económicos
y de exámenes médicos,
mientras que nos volvemos antiestéticos
más cínicos, sarcásticos,
nos aplaste el sentido del ridículo
y nos comen los cánceres y úlceras.
Quiéreme aunque nos quedemos sin diálogo
Y te pongan histérica mis hábitos.
Enfádate, golpéame, hasta grítame
y como única válvula catártica
desahógate en relaciones adúlteras
con amantes más jóvenes
y regresa entre lágrimas y súplicas
perjurándome que aún sigues amándome.


Y yo contestaré tan solo
quiéreme.

Quiéreme aunque te premie salpicándote
en escándalos cíclicos
y te insulte, y te haga sentir minúscula
y me pase humillándote
y me haya vuelto un sátrapa
que roza cada día el coma etílico
y me haya vuelto politoxicómano
y me conozcan ya en cada prostíbulo.

Continúa queriéndome
mientras pasan espídicas las décadas
y nos envuelve el tiempo maquiavélico
en un líquido amniótico
que borre el odio que arde en nuestros glóbulos
y nos arroje al hospital geriátrico
a compartir habitación minúscula
inválidos, mirándonos
sin más fuerza ni diálogo
que el eco de nuestras vacías cáscaras.


Quiéreme para que pueda decirte
cuando vea la sombra de mi lápida
Y antes de que venga y cierre la mano
de la muerte mis párpados:

“Ojalá,
ojalá como dijo aquel filósofo
el tiempo sea cíclico
y volvamos de nuevo reencarnándonos
en dos vidas idénticas,
y cuando en el umbral redescubierto
de una noche de miércoles pretérita
tras chocarme contigo
girándote, me digas: "Uy, perdóname"
le ruego que permita el dios auténtico
que recuerde en un segundo epifánico
cómo será el futuro de este cántico
cómo irán nuestras flores corrompiéndose
cómo acabaré odiándote
cómo destrozarás cuanto fue insólito
en este ser,
cómo la vida empírica
nos tornará en autómatas patéticos
hasta llevarnos a la justa antípoda
de nuestro sueño idílico."

"Y sabiendo todo esto, anticipándolo
pueda mirarte directo a los ojos
y conociéndolo muy bien. Sabiendo
el devenir de futuras esdrújulas
destrozando en un pisotón mi brújula

te diga
solo
quiéreme."

Daniel Orviz

10 de diciembre de 2010

El último truco

Probablemente, si no perteneces al mundo del cine y te digo el nombre de Emilio Ruíz del Río no te sonará de nada, si por el contrario sí que sabes quien es, entonces conoces al mejor maquetista y pintor sobre cristal, ¡enhorabuena!

Efectivamente Emilio Ruiz del Río, fallecido hace tal sólo 3 años, fue maquetista, pintor sobre cristal, director artístico y experto en efectos especiales. Trabajó en películas españolas como La aldea maldita, El Laberinto del fauno o Nadie conoce a nadie, pero también en otras extranjeras como Espartaco, Cleopatra, Lawrence de Arabia y muchas más.


Sigfrid Monleón tuvo la suerte de poder grabar un documental sobre la vida artística de Ruiz del Río, El último truco, que se estrenó en 2008. En él, se desvelan los secretos de este genio, que creedme te dejan con la boca abierta de principio a fin, aún siendo estudiante de comunicación audiovisual este documental me quitó la poca ingenuidad y virginidad que me quedaba sobre el cine. Es impresionante como puede convertir cualquier localización en otra totalmente diferente. Si podéis conseguirlo, os recomiendo totalmente que veais este documental.

9 de diciembre de 2010

¿Seguro que es imposible?

Hace ya bastante tiempo, a principio de curso, hicimos varios ejercicios con objetos, uno fue el de mi segunda entrada, un objeto propio, y otro era un objeto imposible que no llegué a plasmarlo en el blog.

Pues bien, mi objeto imposible es una valla donde los barrotes están hechos con gomas elásticas, por lo que no cumple su función: retener a un ser vivo a un lado sin que pueda penetrar al otro.

Sólo hice un lado de la cerca, pero yo creo que es suficiente para representar mi idea del objeto imposible. 


¿Realmente es imposible? A primera visto podría parecer una valla normal, pero a la hora de la realidad, sí, lo es.


Otros objetos imposibles fueron un antifaz transparente (Atteneri) o unas cartas transparentes (Eloísa).

 También llevé a clase un libro de Escher, un artista holandés conocido por sus perpectivas imposibles, sobre todo de edificios.

¡Viajeros al tren!

¡Viajeros al tren! ¡Viajeros al tren!

Con estas palabras amanecieron (unos más que otros) los pasajeros de Renfe este viernes 19 de noviembre. La mayoría de ellos miraban extrañados, curiosos y divertidos al mismo tiempo la imagen de unas 25 personas ataviadas con unos escapularios con fotografías colgados del cuerpo y una maleta donde ponían frases sin sentido para ellos (sobre todo a esas tempranas horas de la mañana) y con unos altavoces con sonidos de viaje. Esas personas tan peculiares eramos nosotros y las frases el poema El tren de Antonio Machado.

Se trataba de una performance dentro del Proyecto Muse del Museo Reina Sofía de Madrid para relacionar arte, publicidad y viajes. Y vestidos tan llamativamente fuimos en tren desde Sol hasta Atocha preguntando a los viajeros qué palabra les inspiraba viajar y que escribieran algo relacionado con viajar.


La verdad es que no sé si era porque iban dormidos, pero las frases que recogí no fueron demasiado creativas, además no me fue posible copiarlas. Sin embargo algunas palabras sí que me parecen más interesantes y sí que las tengo todas: libertad, dinero, descanso, prisa, maleta, pensar en paisajes imposibles, vinilos futuros, oscuridad, relax, música y descubrir la vida.



También, entre nosotros, hicimos varias actividades como componer frases con 10 palabras aquí están las mías:
1. Renfe ofrece una tecnología y un diseño diferente, completo, excelente, rápido y fácil.
2. El secreto de la tecnología ofrece una estrella increíble y diferente.
Nos cambiamos de sitio, revolviendo el poema, y las personas que llevabamos palabras en vez de frases nos mezclamos entre ellas e hicimos un juego de perseguir a los viajeros anónimos sin que se dieran cuenta por el vestíbulo de la estación de Sol.
Fue una mañana diferente y una forma divertida e inusual de dar una clase, aprendiendo a perder la vergüenza y a saberte mover en el tren con un montón de aparatos colgados de tu cuerpo (jaja), pero hubiera previsto un tiempo para ir al servicio y comer algo, ya que terminamos agotados porque no paramos ni 10 minutos. Por lo demás, pienso que alegramos la mañana a muchos pasajeros, que les sacamos de su rutina, que me divertí mucho y que no me importaría repetir.
No hay que olvidar que salimos en Madrid Directo en el minuto 31.

Y el maquinista gritó:
¡Última parada! ¡Fin de trayecto!



EL TREN (ANTONIO MACHADO)
Yo, para todo viaje
-siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera-,
voy ligero de equipaje.
Si es de noche, porque no
acostumbro a dormir yo,
y de día, por mirar
los arbolitos pasar,
yo nunca duermo en el tren,
y, sin embargo, voy bien.
¡Este placer de alejarse!
Londres, Madrid, Ponferrada,
tan lindos… para marcharse.
Lo molesto es la llegada.
Luego, el tren, al caminar,
siempre nos hace soñar;
y casi, casi olvidamos
el jamelgo que montamos.
¡Oh, el pollino
que sabe bien el camino!
¿Dónde estamos?
¿Dónde todos nos bajamos?
[...] El tren camina y camina,
y la máquina resuella,
y tose con tos ferina.
¡Vamos en una centella!

(Entrada publicada en el blog antiguo el 24 de noviembre)

1 de diciembre de 2010

Sí, sí, lo sé...

Lo sé me pilla el toro…
Parece mentira, pero se me ha pasado este mes volado y cuando me he querido dar cuenta he visto que no he puesto nada más en el blog. Voy a poner la última entrada y luego iré poniendo las atrasadas porque sí que las tengo más o menos hechas, pero me faltan las fotos.
Ahora, aprovechando esta entrada, voy a poner un par de vídeoclips de un grupo que me parece que derrocha creatividad y talento por todos los poros de la piel de cada uno de sus componentes: MUSE.






A mí, personalmente, se me ponen los pelos de punta.
(Vídeos obtenidos de:  YouTube)

(Entrada publicada en el blog antiguo el 24 de noviembre de 2010)

Creando arte propio

El jueves pasado el profesor nos mandó llevar para hoy un objeto creativo que tuvieramos en casa. En un primer momento pensé en una figurita que mis amigos de donde pasó el verano nos encontramos un día, es una estrella verde que si aprietas un botón se convierte en rana. Me pareció original que dos cosas que no tienen nada que ver puedan fundirse en una sola y, además, por su valor sentimental también me parecía importante. Luego pensé que era un poco infantil y se me ocurrió un cojín que tiene forma de hamburguesa, pero pensé que seguía siendo infantil y muy poco original, ya que hay muchos artículos en las tiendas parecidos o iguales. Al final, lo que he llevado hoy ha sido una fotografía hecha por mí que representa dos de las cosas que más me gustan: la lectura y la escritura.


(Entrada publicada en el blog antiguo el 21 de octubre de 2010)